
Este despreciable objeto hizo que el día de mi cumpleaños me sintiera el ser más alienado sobre la Tierra.
No me da gracia cumplir años. Eso primero.
Segundo: nunca le doy mucha bola a mi día de cumpleaños, siempre tengo la excusa de no hacer nada porque al otro día se trabaja y es muy complicado bla bla.
Este año, que cayó sábado, tuve la magnífica excusa de que no sólo yo sino que los demás integrantes de mi familia y además mi novio, estábamos (todavía estamos) con una gripe como para repartir entre cinco, que fue justamente lo que hicimos. Y hasta sobró para mi novio y todo.
Conclusión: tampoco hice nada.
Lo que más me embola de los cumpleaños: los llamados por teléfono de los parientes y allegados.
El primero, infaltable: mi tía AKA la maravillosa. Amo a mi tía y esperaba que fuera el primer llamado. Muy bien, todo normal. Fue tempranito, ya que llamó a mi trabajo y le dijeron que no había ido.
Al rato, mi prima. Muy lindo todo.
—¿No te llamó tu otra prima (o sea la hija de mi prima que es tres meses mayor que yo, madre de mi ahijado, muy complicado de explicar)...? ¡qué degenerada!
—Ah, ya va llamar —dije.
Tercer llamado: mi Suegra (que misteriosamente, fue breve y no me embotó el cerebro).
A continuación, me rescató mi novio:
—¿Tenés el celular prendido? Porque te van a llamar.
—¿Al celular? —me pregunté.
Y bueno. Resulta que la pelota que yo le doy al celular es tanta (regalo de mi media bergamota, cumpleaños pasado) que cuando me acuerdo de prenderlo, siempre me olvido de apagarlo y claro, la pobre batería... cuando me acordé de él, el pobre estaba muerto, con la batería kaputt.
¡Pobishito! Lo empecé a cargar a las 7 de la tarde. Para las 11 de la noche ya estaría con la pancita llena.
Llega mi novio, festejamos con unas masitas que compró mi madre (no me gustan las masitas, hubiera preferido sandwichitos, pero...), cocoa caliente y un Flodigrip cada uno. Éramos mi novio, mi hermana la del medio y yo. Mi padre tosía en el living, creo que mi madre se había dormido en un sillón y mi otra hermana se sucuchó unos pebetes de jamón y queso para ella y un amigo en el escritorio, mientras jugaban en la computadora.
Y ta.
Eran las 10 y pico de la noche y no llamó más nadie. Sonó el teléfono dos o tres veces, pero era para mi hermana o para mi padre. ¿Y mi prima...? And my best friend...?!!
Como mi novio sabe que amo a mi amiga y ya le dejé bien claro que si se estuvieran ahogando mi amiga y él, lo salvaría a él porque ella sabe nadar, nada más que por eso, creo que un poco se regocijaba de que se hubiera olvidado de mí (siempre tuve una lucha entre mis amigas y mis novios... los podré cornear a piacere, pero si le presto más atención a una amiga que a ellos, ¡oh, traición!).
Y bueno. Eso.
En eso mi novio me dice:
—¿Y al celular te llamaron?
—Mi celular falleció hoy, confortado con los santos sacramentos y la bendición papal —Mirada de peroquéboluda de mi novio. —Pero ya debe haber terminado de cargar.
Y me fijé en el cell y descubrí que tenía dos correos de voz. "2 correos, ¡a la pucha!", exclamé. El primero era del servicio de Ancel que hace como dos meses que me informa que mi tarjeta expiró el 12 de julio. Si me fijo en el crédito, me vence el 13 de setiembre. WTF??
Y bueno, el otro mensaje sí. De un amigo que vive en España, músico, que a pesar de haber dejado a la novia embarazada tirada acá y él haber rajado hace ya como 6 años, apreciaría unos puntos más; pero bueno. Lo aprecio todavía y él se acuerda de mí siempre.
Y eso fue todo.
Me quedó titilando que mi amiga no se hubiera acordado de mi cumpleaños. "Alguna buena razón debe haber tenido" dije. Y me fui a dormir, no sé si muy convencida.
Obviamente, me olvidé de apagar el celular. Pero como estaba recién cargadito... ¿a quién le importa?
Cuando me iba a dormir del todo... ¡Toing!¯ Mensaje de texto. De una compañera de trabajo, saludándome y preguntándome si estaba mejor de la gripe. Me lo había mandado como al mediodía, pero claro, ni me enteré.
Se lo respondí, apagué el celular y ZZZZZZZZZZZZ.
Al otro día, me llama mi novio y me pregunta si quiero ir al cine. Nos decidimos por Súperman.
Me estoy vistiendo para el cine y me pregunta mi padre: "¡Che! ¿No te llamó tu amiga?". Con la misma sensación de haber pisado mierda con los leñadores, le respondo: "No. Y pagará por ello". O sea, había ignorado el hecho todo el día.
Llega my boyfriend, prendo el celular (¿para qué lo quiero prendido si estoy en casa?) y salimos (yo con mis botas tejanas y el pantalón of hell, que con medias de nylon, es bastante manejable).
Llegamos al cine. Como la película ya no es muy estreno que digamos, nos acomodamos bien, sin Clark Kent a upa, como venía siendo nuestro estilo.
Acá me voy a divagar un rato pero qué me importa:
Dentro del cine, la calefacción estaba a 134 ºC, por lo que comencé a desnudarme sin pudor, hasta que me di cuenta de que no sólo hacía un calor de los 4.567 demonios, sino que no se podía respirar. Mi novio, ya apoltronado, con el pop en la barriga y todas las camperas, bufandas, buzos en la butaca de al lado, me dice:
—No se puede estar acá, andá a pedirles que bajen un poco el aire.
—Pero me da vergüenza —dije, porque sí, me da vergüenza, qué le voy a hacer...
—Ah, dejate de joder, ¿qué vergüenza?
—Sí, pero vos no vas, tengo que ir yo... —totalmente convencida en ese momento de que a él también le daba vergüenza y me quería hacer dar la cara a mí (cosa que no sería la primera vez). Y bueno, salvo el percance de que con las botas le enganché a la guía de lucecitas del escalón y casi ruedo cinematográficamente hasta la pantalla (no sucedió, gracias al Cielo), pude hablar con un acomodador.
—Estás sentada arriba del todo, ¿no? —pregunta, muy simpático.
—Eeh... sí...
—Ah, bueno, te sugiero entonces, sentarte más abajo.
Yo sé que ningún lector me conoce, pero la mayoría de los que me rodean dice que mi mirada es MUY expresiva. Y como el acomodador vio el destino que tenía su linterna, me dijo que iba a bajar la calefacción.
—Pero vas a ver cómo te morís de frío, ¿eh?
Cuando subo, termino de acomodarme y suben 5 pelotudos adonde estamos nosotros.
—¿Este asiento está ocupadooooo...? (quedaban cinco asientos, uno de ellos con toda la ropa invernal mía y de mi boyfriend.
—Sí... —les dice mi novio. Lo miré. —... o sea, está ocupado por todo esto".
Y seguí mirando, esperando que alguno le pusiera el pororó de sombrero. Pero no.
—¿Y no podés correerloooo...?
—Duh! —pensamos mi novio y yo al mismo tiempo. Y tuvimos que correr todas las cacharpas al sillón que estaba a mi izquierda y compartirlo con un buzo que había de una pareja. Ya con la luz apagada, en los cortos, se le ocurre venir a mamá, papá y el nene y se escucha:
—Ay, ¿no sacás tus cosas de esa butaca, así te corrés y nos podemos sentaaaar...?
"Tus cosas" eran el bucito del muchacho y todo el ropero nuestro.
—Oh, shit! —pensamos al mismo tiempo mi novio y yo, aunque mi novio no dice "oh shit" sino "carajo", ya que el inglés no es su fuerte. Pero la idea fue esa.
Pero por suerte, mi amigo el acomodador ya había bajado el aire y efectivamente, me estaba empezando a congelar un poco. O sea, que le encajé lo suyo a mi novio, me puse el buzo, la bufanda y forré el respaldo de mi butaca con mi campera. Estoy por enmudecer mi celular como toda buena espectadora que se precie, cuando veo que tengo un SMS. Que emoção! Otra compañera de trabajo (divina si las hay, diría que mi favorita) disculpándose de mil maneras, por haberse olvidado. Me fijo y el mensaje me lo había mandado como a las 2 de la tarde. Eran las 7 y pico. Como había prendido hacía una hora el celular, dije "bueno, claro, cómo me voy a enterar si me escriben, si tengo el celular apagado...". Lo enmudezco, empieza la película y todo eso. En eso, mientras Lex Luthor se regocijaba con no sé qué (no voy a contar, tampoco), siento un masaje en mi omóplato izquierdo. El vibrador del cell. Como el chusmerío puede más y Clark Kent ya me tenía medio podrida con la baba cayéndosele por la Lois Lane, miro de cotelete... ¡Mi amigaa! Yo sabía que se iba a enterar en algún momento de que el sábado había sido 5 de agosto. No daba para leer el SMS ni para contestarlo, ya que el Sony Ericsson prendido es una suerte de valiza amarilla que llama un poquititito la atención si está todo oscuro. Aparte Súperman tenía que ir a salvar Metrópolis y ta, no daba. A los cinco minutos, ¿no suena el celular de la pareja del buzo? Pero qué pelotudos. ¿Yo jodí a alguien con mi celular? Encandilé a mi novio cuando lo saqué del bolsillo, pero lo guardé enseguida...
Luego de un final muy chaucha en mi humilde opinión, lo primero que hago, leer el SMS de mi amiga. "Feliz cumple y que me quiere y bla bla". ¿Y la disculpa por haberse olvidado? ¿Esta pensará que hoy es 5? No es poco probable, ya que Dios las cría y nosotras nos juntamos y entre las dos no hacemos una neurona sola, a veces... Pero para regocijo de mi ciclotimia, veo que el SMS tiene fecha 5 de agosto, 11:45 PM. ¡Jah! ¡Yo sabía! Y se lo refregué en el morro a mi novio, que estaba ya totalmente convencido y descansado en que su noviez era mucho mejor e importante que nuestra amistad. Y bueno. Mi buen humor afloró again.
¿Ta bien ANCEL, eh? Qué celeridad para los mensajes de texto. Un lujo. Lo de mi amiga se explica porque usa MOVISTAR, ¿pero mis compañeras de trabajo?
Cuando llego a casa, mi hermanita me dice que llamó la esposa de mi padrino de parte de él, que está muerto con gripe en la cama, que por eso no llamó. Y ayer lunes mi madre me dijo que llamó mi prima-comadre, que estuvo llamando todo el día el sábado y que le había dado ocupado ¿¿??
Ayer en el trabajo, la compañera que faltaba, me pregunta si recibí el SMS que me mandó. Me temo que jamás llegó. Entonces me lo mostró desde el celular de ella en la bandeja de enviados. Bueno, sí, te creo. Me jodía con la edad y eso. Y se quedó triste porque realmente se había esmerado con el mensaje de texto y hasta se lo había mostrado a la mamá y todo.
Tuve que explicarle cómo entre la batería de mi celular y Mighty Ancel hicimos maravillas.
Y entonces desde ayer, tengo a mi madre atrás, diciendo que devuelva las llamadas a mi padrino y a mi prima. Eso es algo que siempre me emboló. Es como llamarlos para decirme "Hola, te llamo para que me saludes". Es algo que no entiendo.
Pero en conclusión, ahora tendría que llamarlos y darles gracias por no haberme mandado un mensaje de texto, cortito y que llega cuando se le ocurre. Gracias por haber usado el nunca bien ponderado teléfono.
Es una cagada; es un mensajecito abreviado tipo aviso de clasificados, demora uno más escribiéndolo que levantando el tubo y discar. Y ta, a mis compañeras de trabajo las veo todos los días, pero mi amiga, que la veo cada muerte de obispo, bien podría extrañar mi voz, así como yo extraño la de ella.
Todavía sigo pensando que alguna buena razón tuvo para mandarme un SMS en vez de llamarme.