viernes, junio 29, 2007

Por otro lado...

Les presento a Mingau.
Desde el domingo 17 tenemos un inquilino nuevo en el apartamento.
Se llama así por un personaje de unas historietas brasileñas que me encantan, aunque me hubiera gustado más Sarmoti (el león blanco de Sigfried and Roy), totalmente desaprobado por todo el mundo, especialmente Half Toronj. Casi se llama Kimba y hasta pasó la opción de ponerle David Bowie (es que tiene un ojo azul y otro verde). Mi novio quería ponerle Benito (el de Don Gato), totalmente vetado por mí. Se tiraron ciento treinta y siete nombres horribles (casi todos de parte mía).
Pero como es valiente, simpático y locuelo como o gato da Magali da Turma da Mônica (son unas historietas buenísimas, de cagarse de risa) le quedó Mingau, al final.
Mingo, Mangacho, para la familia (¡pobishito!). Mi mamá dice que no lo llame "Butifarro".
¿Otra particularidad de esta nubecita gatuna? Aunque la veterinaria dice que probablemente no, que es muy chiquito, que no tiene todos los sentidos desarrollados... ¡pamplinas! Tenemos el 98% de certeza de que el micifuz es sordo como un primus. Le tiramos una guía telefónica al lado, prendimos la aspiradora (lo aspiramos un poco, obviamente), le ladramos en la oreja... y él siguió tranquilamente, lavándose la nariz con la pata (por cierto, ya tiene una permanente preciosa en las cejas, tratando de averiguar qué era una estufa...).
Parece que la sordera no sólo es común cuando hay heterocromía (ojos de distinto color) sino que también suele ser un problema típico de los gatos blancos. El Mangacho le embocó a todo.
Así es la cosa. Él va mandándose cagadas por la vida sin enterarse y una gritando atrás, atajando los desastres. Sí, valentía producto de la inconsciencia. ¿Travieso? ¡Nooooo...! Hoy de mañana jugando con la piola de la cisterna, tiró de la cadena. Flor de cagazo matutino de parte mía. Él opfiamente, como si nada.
Gato con complejo de loro, trepa humanos como un árbol hasta llegar al hombro, donde se sienta y le ronronea a uno en la oreja. Fue muy cómodo ayer limpiar los pisos con el gatito acomodado en la espalda.
Upadicto total, lambeta y ronrroñoso.
Bienvenido, Mingau.

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Post en serio... en serio.

Hace tiempo que no escribo, esta vez por una buena razón.
Y esta vez no fue porque mi novio nunca hace la cama ni porque se me manchó el vaquero con agua jane… esos típicos problemas trascendentales de los cuales suelo escribir totalmente desolada.
No.
Y tampoco voy a mencionar el problema.
Es de esas situaciones en las cuales a uno no le queda más que hacer uso de la Esperanza.
He mencionado varias veces lo creyente que soy. Lo digo sin vergüenza y hasta me da un poco bronca que haya gente que no crea en NADA.
Mi novio es uno de esos. No estoy segura de que no crea en nada-nada, pero la verdad que le da cero pelota a las religiones y le da palo a la iglesia y bla bla. Y capaz que tiene razón, yo que sé.
Yo no voy a la iglesia ni como santos, pero a Dios lo tengo bastante podrido. Soy de las pocas personas que deben quedar que rezan antes de irse a dormir. Menor de 75 años, al menos…
No sólo de esperanza se puede vivir, claro está. Hubo un montón de gente que ayudó y que fue trascendental para la primera parte que nos tocó vivir a mi novio y a mí hace ya más de una semana.
Acá es donde me sorprendo de mi optimismo, de mi fuerza para no desmoronarme —porque si no se desmorona lo demás (por ejemplo, mi novio, que si se desmorona es como si se desmoronara el Hospital de Clínicas)—.
Y bueno, en este caso mi novio está desmoronado y derrumbado como una secoya.
Y yo me pregunto a cuál de los dos quiere Dios poner a prueba. Si a Mr. Ansiedad, pidiéndole que espere o a mí, Srta. Ombligo, tratando de levantar la secoya con un gato hidráulico, dar ánimo y hasta hacer de vidente.
Y ta. Le explico que no soy vidente, que sólo me valgo de la Fe, de la Esperanza, de la vocecita interior que me dice que todo va a salir bien.
No voy a explicar qué pasó. Quizá, si todo sale bien, lo cuente el año que viene, cagada de risa… no sé.
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Tardé en escribir este post más de dos días. Por falta de tiempo y por falta de ganas. No es tan profundo como quería, quedó mucho más resumido y muy por arriba. Pero lo publico porque quiero seguir con mis “problemas trascendentales” de siempre y porque siempre me tenga que deprimir porque se me partió una uña y no porque ocurrió algo injusto.

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viernes, junio 08, 2007

Consejos prácticos de una ama de casa moderna


o hay nada peor que querer comer algo específico y no saber qué.

Eso me pasa muy a menudo y entonces casi siempre termino atiborrándome con cualquier cosa, en busca de qué miércoles es lo que quiero. Y pocas veces le emboco. Termino yéndome a dormir con la duda, totalmente frustrada y con un ataque al hígado bárbaro, producto de mezclar Oreos con longaniza y pasta de anchoas.

Pero milagrosamente, los otros días lo tenía bien claro:


"Quiero FLAN".

Flan de caja, opfio, ¿no?

Tanto jodí que el antojo hasta logró que me cambiara las pantuflas y corriera a la provisión a buscar una cajita del delicioso postre mencionado.
Generalmente lo hago así nomás y me lo morfo yo sola. Pero como de un tiempo a esta parte tengo que pensar un poco en my half bergamot y no despreciarlo así como así y eso, ¡hasta caramelo le hice!
Y no se me quemó ni dejé la cacerola a la miseria, todo lo contrario. Me quedó fantabuloso. Flantabuloso, mejor dicho (¡jo, jo, jo...!).
Y yo estaba recontenta y orgullosa de mí (era la primera vez que hacía caramelo, no sé si expliqué, por eso toda esa bulla), hasta que pasé a la preparación del famoso flan.
Y todo maravilloso, sin grumos ni olor a leche quemada. Pero claro, se vino el detalle del hervor.
"Dejar hirviendo por dos minutos", dice la cajita... WTF? El condenado hirvió y en dos segundos lo tenía desparramado por toda la cocina. Es más, primero bajé el fuego cuando vi que se me venía, APAGUÉ el fuego cuando vi que seguía y bueno, saqué la cacerola de la hornalla para terminar decorando toda la parte a la que todavía no había llegado el flan.
Cantidad de puteadas emitidas (provenientes indistintamente del novio o la novia): 753.
Mi novio había limpiado el horno ese día, así que su alegría fluía, como es de suponer.
Yo había lavado el piso el día anterior.
Y bueno.
Instrucciones gráficas de cómo limpiar un anafe a la miseria de flan:

El resto del flan quedó sublime y espectacular. Le quedó un poco grande el molde, debido al desperdicio (¿desperdicio?) y lo mejor de todo es que mi novio casi ni comió o sea que ¡MÁS PARA MÍ!

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domingo, junio 03, 2007

Sí, yo también...

Más discretito, imposible. No joden para nada.
Así que me merezco que de vez en cuando me clickeen los avisitos, que mi próxima mudanza quiero que sea para casa propia y además, comprarme un auto.

¿Entendieron?

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sábado, junio 02, 2007

¡Puf!

uevamente he tenido poco tiempo de postear y eso que el martes hubo paro y no tuve clase (y el lunes hacía tanto pero tanto tanto, pero tanto frío que mi propia imagen en el galpón de la UTU dándole al compresor de agua, me hizo acobardarme y tampoco fui ese día).
Nada emocionante, excepto la recreación gigante de una esfera de esas con agua, que se agitan y empieza a nevar, en el living de mi casa (a excepción justamente, del agua).

Resulta que durante el invierno, yo PADEZCO el frío. Y la única manera de sobrellevarlo es utilizar la estufa de supergás de silla. Sí, nada como sentársele arriba, en un acto de posesión total del trono real. Pero claro, como no tiene respaldo, llega un momento que ver la televisión se torna un poco incómodo. Entonces diviso a mi AMADO puf. Y una tierna imagen de mí misma sumergida en el puf, abrazada a mi bolsa de agua caliente (en realidad, es de gel y se pone unos minutos al microondas, es maravillosa pero ta, ya le dedicaré un post y una oda aparte), a escasos centímetros de mi fantástica estufa, se recreó en mi mente. Descendí de la estufa y decidí hacer realidad mi fantasía. Todo iba muy bien hasta la parte de escasos centímetros de la estufa.

¡Qué loco, qué inflamable que es el poliestireno expandido, bo!

Re-confortable me encontraba, hasta que huelo algo extraño; a continuación unas llamas amarillas salen de la estufa, acompañadas de un humo negro... y mi puf que vomita y vomita bolitas de espuma-plast.

Mi grito, mi salto, mi puteada, la corrida de mi novio a ver qué me pasaba, la puteada de mi novio cuando vio lo que pasaba.

—¡¿Pero TAAANTO frío tenés que te tenés que meter ADENNNTRO de la estufaaargh??!
—Sí.

Ese tipo de respuesta, resulta que lo irritan más aún. Qué cosas.

Y bueno.
Nos tranquilizamos, junté todas las bolitas como pude (¡QUÉ mugre, mi Dios querido...! Lo más lindo fue sacarle las bolitas perpetradas a la estufa, que quedó con una suerte de sarampión albino muy interesante de ver) y al pobrecito puf lo martiricé poniéndole como cinco palillos en el agujero.

No era muy tarde, así que decidí ir a comprarle un parche al pobre desgraciado. No tenía para nada pensado salir de nuevo, pero la verdad la verdad, ya no tenía tanto frío y además tenía la excusa de que tenía que comprar mostaza y una símil cola para la cena.

Nunca conté que estoy enamorada de mi nuevo barrio por la cantidad de locales comerciales que hay. No se precisa caminar mucho, que se encuentra de todo.
Pero claro, ya habían pasado las siete de la tarde. Las farmacias y súper estaban abiertos, pero tiendas como mercerías o mismo una casa de reparación de calzados que tenemos a la vuelta, ya estaban réquetecerradas.
Me quedaban algún supermercadito y las farmacias que, si algunas venden hasta caramelos, por qué no iban a venderme un parche para mi puf, ¿verdad? (Y yo que me reí de una vieja un día que preguntó si vendíamos calzoncillos... trabajo en una papelería-imprenta, aclaro).

Supermercaditos, nada. Apenas hilo de coser, cortauñas y hasta medias, pero si al nene se le hace un agujero en el pantalón, cósaselo mañana. Shit.

Así que opté por las farmacias, al mejor estilo vieja lela, preguntando si vendían rodilleras.

—Nada, como se instalaron muchas ortopedias por la zona debido al Hospital de Clínicas, no estoy trayendo nada. Donde podés encontrar, pero mañana de mañana, es en la galería misma del hospital.
—Ah, bueno... Es que se me rompió el puf... y en mi apartamento está nevando...
—¿Eh? (cara de estar enfrente de Napoleón Bonaparte).

Y continué mi búsqueda.

Hasta me metí en la galería del hospital y todo. En la casa que me dijo el tipo veo un maniquí con un estetoscopio y se ve que venden vendas y esas cosas. "¿Y este tipo adónde me mandó?".

Hay un lugar solo abierto, una especie de "regalería". De todo, menos rodilleras, parches o apliques.
Caminé como una doughter of a bitch nosecuántas cuadras, sin éxito.

Me meto en una última farmacia, de donde yo era asidua en mi anterior barrio, ya sin esperanza alguna.

—¿Rodilleras, parches...?

Y se acerca a unos cajoncitos de donde hacía unos días me habían vendido una gorra de baño.
"Qué bueno, esta gente vende de todo", pienso.
Y entonces saca una rodillera de gimnasta, de esas que se ponen los basquetbolistas cuando se joden un músculo... o sea... se me develó el misterio de la cara que me puso el primer farmacéutico cuando le conté lo del puf.

—Si no, tengo vendas, también.

Gran carcajada mía. Y bueno, entonces le tuve que explicar que no estaba loca, sólo cansada y le tuve que contar cómo no era ese tipo de rodilleras las que yo buscaba y que ya sabía que en una farmacia no iba a encontrar, que era como querer comprar papas y boniatos en una zapatería, pero como a veces venden cosas de boutique, por qué no iba a tener alguna algún aplique o algo por el estilo.
Gran fracaso gran.

Todo lo que tengo para decir es que al otro día, mi novio llevó a arreglar una campera y de paso me trajo un pedazo de cuero marrón (mi puf no es ni de cuero ni marrón, pero queda mejor que una curita o una gasa y definitivamente más estético que con cinco palillos), el cual recorté precioso, pegué, cosí y con el cual me pinché reiteradas veces, enseñándome al mismo tiempo entre puteadas y auchis, cómo no hay que acercar el puf a la estufa (como si ésta no me lo recordara cada vez que la prendo y me perfuma el ambiente...) .
Ahora, me recibo de talabartera en cualquier momento, ¿eh? ¡Monono, me quedó!


Sí, me acordé de comprar la mostaza y la Pecsi* (porque el que vende Net-Cola ya había cerrado).


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*La Pecsi es más barata que la Coca, por eso compré ese brebaje, en vez del otro.

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