domingo, febrero 25, 2007

Free Tablado


omo jode el uruguayo con el Carnaval... qué época del año larga, mi Dios.

Cada vez que voy a un tablado, juro que no voy a volver a pisar otro de nuevo.

Pero bueno. Mi novio es demasiado uruguayo. No hay cuplé que no se sepa. Y qué facilidad para acordarse las canciones. Y cómo se le pegan y las repite y las repite...

Bueno.
Ayer salimos a pasear un rato por el parque para variar y no quedarnos embotados en casa mirando tele o interneteando, como siempre.

Y pasamos por el velódromo, que hace cinco años que funciona como tablado en esta época.

—Novia, ¿quiere ir al tablado?
—La verdad que no.

La cartelera era medio floja. Aparte me había vestido de mala gana, apenas presentable para poder salir a la calle y dar una vuelta corta.
No insistió más.

Pero se ve que se quedó con las ganas.

Dimos una vuelta por el costado y vemos que la entrada del lado de atrás del velódromo está totalmente abierta.

—¿Qué hace Novio? Nos van a sacar carpiendo...
—Shh... cualquier cosa, estamos paseando y nos metimos por equivocación.

Y nos entreveramos entre un montón de chiquilines que jugaban a la pelota detrás del escenario. Hijitos de kiosqueros, supongo.
Seguimos caminando y aparecieron los baños químicos.

—Me estoy meando, voy al baño.
—¡Pará, no marqués! Se más disimulado... ¿cómo vas a meterte en los baños? Capaz que ni siquiera terminaron de limpiarlos...
—Pero me estoy meando...
—Pará que haya más gente...

Y nos acercamos a los kiosquitos de churros, Pepsi, etc. (¡hasta pastas y pizza había! nunca había visto en un tablado...).

—¿A cuánto están los choclos?
—Shh... si todavía no abrieron... ¿cómo vas a preguntar...?
—$ 20.
—¿Y los sirven con manteca?
—Con manteca y con sal, señor.
—Ay, Dios mío...

Y vemos a lo lejos un stand de una disquería, que para mi novio es como si para mí hubiera un kiosco que regala chocolates Cadbury de almendras.
Así que enfilamos pa'í.

—Novia, si no quiere quedarse nos vamos...
—No tengo ganas de quedarme, pero si nos vamos me vas a atormentar conque fuimos unos tarados cómo no nos quedamos.
—Sí, unos vejigas...
—Mis opciones no son muy amplias...
—Buenas... ¿cuánto está este de Larbanois-Carrero?

Y algo que tiene mi novio, es que a las viejas les cae simpatiquísimo.
Y ta.
De charla, desde qué discos tenía hasta cómo se hace para abrir un sello discográfico.
Yo, más rea no podía estar. Es un tablado, no es el Sheraton, pero igual... ni pa'l tablado. Ni para el supermercado estaba yo en condiciones. Creo que gracias a que mi novio siempre anda súper prolijo, no me tomaron por una indigente.
Y bajaba la temperatura. No sé por qué, se me había dado por agarrar una mini-camperita antes de salir.
Putas las ganas que tenía de quedarme.
Pero por otro lado, el hecho de habernos colado tan magistralmente, estaba bueno.
Y listo.
Empezó a entrar la gente y ta. Nos mezclamos y que nos busquen.

—Novio, vamos a la platea. Quedarse en las numeradas ya es un abuso...

Y me pude poner la camperita; porque la tenía atada a la cintura y no me la ponía porque estaba de calzas rojas y como que llamaría la atención un poco de más. Y mis chancletas que tienen 17 años (¡en serio!). Y la musculosa que uso para dormir...

—¿Se te fueron los nervios?
—No estoy nerviosa para nada.

En ningún momento estuve nerviosa, lo que me pasaba es que decididamente no me gusta el tablado y menos saber que inminentemente me iba a congelar.
Sumemos eso a que me cago en el carnaval, los tablados y el rey Momo.
Pero bueno. La primera murga era la única que me gusta que es "Agarrate Catalina" y la verdad que estuvo bárbara.
—Me quiero quedar a ver la revista de H.
H. es un compañero de trabajo de mi novio que dirige lo que los uruguayos llamamos "revista" y puedo asegurar que no tiene un CARAJO que ver con el teatro de revista porteña.
—Y bueno...
Pensamos que venía en tercer lugar pero no, era el cuarto (¡aaaaarghh...!)
Las siguientes murgas venían decreciendo en calidad, distando muchísimo de la primera.
Yo ya tenía el culo dormido y estaba cagada de frío. Podrida de escuchar chistes bajados de Internet.
—Cuando quiera irse me dice, ¿eh?
Ajum... ¡De ninguna manera! No me fumé las tres murgas en vano. Ahora te quedás a ver la revista.
Llegó al fin la revista famosa.
Oh, my God y Sacré Bleu.
Cosa patética, paupérrima y espantosa si las hay. Encima no funcionaban los micrófonos. Para mí que se los apagaban de gusto.
—Novio: nos vamos.
—Sí, ¿no?

Y nos fuimos.
Mi novio se había gastado los $ 70 de la entrada en Pepsi y churros.
Yo no gasté nada y encima un promotor repartía cebaduras de yerba Canarias.
Faltó que nos regalaran un choripán.

Creo que es la tercera colada a un evento en mi mojigata vida. Y me alegra que esta última fuera por iniciativa de mi correcto y ético novio fanático de las buenas costumbres.

Confirma lo que siempre dije: No tenemos un carajo que ver. Pero para lo que no se debe, somos los compañeros ideales.

Qué lástima que tenga por costumbre comportarse educadamente.

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jueves, febrero 22, 2007

Envidia

Me da bronca salir de trabajar y pasar por delante de comercios que cierran toda la semana de Carnaval.

Yo quiero.

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miércoles, febrero 21, 2007

Consejos sabios

Antes de escribir "puta", "culo", "caca", etc. en el vidrio sucio de un auto, conviene fijarse que los dueños no estén adentro.

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Desintoxicación

Me tomé dos días de vacaciones de novio en La Floresta.

—¡Aaaahhh...! (es un suspiro de placer, no un grito).

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sábado, febrero 17, 2007

little sister


Y mi hermana la pequeña cumple 19 años... (¡qué lo parió!)

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I've been tagged, che.

e ha taggeado Mari —quien a todos los vuelve locos con su pollera verde que brilla (pasito para aquí, pasito para allá)— quien a su vez había sido taggeada por Tota —quien supo eludir al insistente Blogger y definitivamente no ha experimentado lo que se siente ser socia de un pichiclub—, quien fue taggeada por Luis —qué lindo template—, a la vez taggeado por Bela, taggeada por Sonia, taggeada por Valeria, taggeada por Genninne, taggeada por Teresa, taggeada por Tracey, que andá a saber por quién fue taggeada (mis dotes detectivescas no dan para mucho).

Somos todos una manga de taggeados.

O sea, seis cosas raras acerca de mí (seis cosas normales acerca de mí sería un desafío mucho más interesante, pero bueno):

1) A pesar de ser mujer, algunas (recalco el ALGUNAS) feministas me llenan las bolas.

Está bien ganar igual que el hombre, trabajar mientras el marido se dedica a la casa y los nenes, conducir ómnibus, dedicarte al boxeo o ser presidente. Fantástico. Estoy de acuerdo. Pero —esto va para mi ex compañera de offset Rosemarie—, si una pesa 50 kilos mojada y mide un metro cuarenta y ocho con coturnos, no se puede trabajar de changador en un puerto, ¿viste? Te repito, Rosemarie: en el diario El País no nos van a aceptar porque somos mujeres y son una manga de sucios machistas, sino porque te quiero ver cargando las resmas de coteado de Tienda Inglesa de un metro cuadrado. Sí, ya sé, podés registrar y cambiar las chapas, todo pochocho. Pero a fines PRÁCTICOS, en este caso las mujeres están mejor de recepcionistas. ¿Ta, petisa? Y Ana. Me alegro que no hayas precisado de un tipo para que te afloje la mariposa de no sé dónde y una vez hayas ensayado en una comparsa compuesta sólo por mujeres (aunque insisto, para que fuera totalmente feminista tenía que contar con vedettos). Pero YO no me voy a poner a practicar fisiculturismo solamente para poder prescindir de los hombres y poder abrir el frasco de mayonesa.
No me jodan. ¿Se entendió el punto? El feminismo con dos dedos de frente está espectacular.

2) No me gustan mucho los perros. (Acá a Titi le dio un ataque) O sea. Me gustan... pero cuando son de otro.
Los amo de cachorritos, pero resulta que crecen y después de grandes me resultan un poco pesados. Serán muy cariñosos y leales; cuando voy a lo de mi novio o alguien que tiene perro, me encanta mimosearlo y conversarle y pedirle prestadas las orejas y hacerle pulguitas pulguitas, pero el olor a perro, la baba y las patas embarradas sobre mí es algo a lo que dudo si me acostumbraría.
No, nunca tuve perro y se nota. Cuando viva con mi novio es algo de lo que no me voy a poder escapar, pero ya le dije que lo baña él y se ocupa él de todo lo que requiera y no pienso ayudar (dan mucho trabajo y soy muy vaga). He dicho.
Con los gatos me pasa diferente. Me gustan mucho más de grandes que de chiquitos.
Es que a una mascota la tengo que poder agarrar a upa y apretujarla toda al mejor estilo Elmyra de TinyToons. Un perro, a menos que sea algún perro tipo de vieja (chihuahua, shitzu, algún "toy" de esos), es difícil (¡y además tienen olor a peerrroooo!); y los gatos, de chiquititos, son tan adorables como de grandes pero me da cosa porque me resultan demasiado frágiles. Ni hablar de un hámster, un loro o una tortuga... divinos bichos... pero uno propio, imposible.

3) Tomo alcohol desde que tengo memoria.
Desde que me recuerdo sentada a la mesa, nunca faltó el vasito de vino al lado del plato.
Mi primera mamúa creo que fue a los cinco años, una vez que mi padre vació un resto de vino en un vaso y lo dejó sobre la mesa. Terrible farol que me lo tomé íntegro. Mientras almorzábamos, terminé con la cara en el plato de los ravioles.
Esta costumbre de mis padres llevó a que tenga una cultura alcohólica envidiable. Era muy divertido ver la cara de los mozos de los restaurantes cuando mi padre pedía dos copas más para mi hermana y para mí (mi hermana la menor de todas no era ni un croquis de Dios en aquella época).
No sé si es algo que inculcaré a mis hijos, ya que en mi adolescencia, el consumo de alcohol lo veía como algo permitido y he llegado a abusar bastante de él (al punto de entrar a clases en un pedo turquesa) y a hacer varias tonterías por su causa, también. Mi padre me tuvo que llamar la atención, aclarándome que el consumo moderado era el que estaba permitido y ojo que teníamos antecedentes de alcoholismo en la familia (tengo idea que por parte de madre). No me acuerdo si le hice caso.
Por otro lado, mi hermana nunca tuvo ningún problema. Y mi hermana más chica nunca le pudimos hacer probar el alcohol. En Navidad brinda con coca-cola o si no algún espumante muy dulce. Si no, no hay forma (aunque a veces me garronea licor de huevo).
Hoy en día, sólo tomo mi copita de vino los fines de semana en que almorzamos toda la familia junta.
Mi novio abstemio también significó bajar un poco el consumo.
Igual en mi cuarto tengo mi barcito propio, pero sólo consta de licorcitos dulces caseros y Baileys. Muy inofensivo en comparación al vino tinto (mi favorito).

4) Ya escribí un post sobre esto, pero igual lo repito: Abomino los desodorantes de ambiente (Glade, Poett, etc.).
Prefiero el olor a mierda antes que el olor a mierda mezclado con perfume.
Creo que no se precisa más desarrollo del tema.
Sí me gustan los sahumerios y quemar aceititos en el horno, aunque mis gustos difieren de los del resto de mi familia.
No, no quemo sahumerios con olor a mierda.
Mi madre dice que los aceites que quemo tienen olor a "ungüento de señora gorda". Estee... bueno ta (romero, jazmín o sándalo... esos son los que prendo... y a veces hago mezclas... es una descripción injusta por parte de mi madre).
De los inciensos no se queja nadie, así que los quemo cuando está mi madre y cuando no está, prendo el hornito (me gusta más).

5) Nunca fui al ginecólogo.
Sí. Y tengo 33 años.
¿Qué puedo decir? Soy una inconsciente.
Hay gente que le da cuiqui ir al dentista y hasta que no le duele una muela no va.
Yo hasta ahora, no he precisado ir para nada al ginecólogo.
A medida que pasa el tiempo se me va a hacer más difícil y el primer doctor que me vea me va a putear en japonés antiguo. Sí, ya sé.
Sólo lo escribí porque me parece que es suficientemente raro.
No voy a hablar más al respecto.

6) Perdí el examen de manejo dos veces y desde entonces no me animo a darlo de vuelta.
Odio mi calidad de peatona. Esperar el ómnibus es lo peor que me puede llegar a pasar en la vida.
Yo sé que con un poco de paciencia y buena voluntad, puedo llegar a tener mi autito, aunque sea un Fiat Uno herrumbrado.
Pero tengo un trauma gigante acerca de pasar el examen de manejo.
Las dos veces que di el examen, llovió. Mal augurio total.
La primera vez que di el examen fue totalmente injusto que no me hubieran dado la libreta porque no me mandé ninguna cagada. Las ruedas del auto hicieron unos ruidos extraños en la prueba esa de aguantarme en la pendiente (con una descripción así de dicha prueba, ¿cómo no me van a dar el permiso...?), pero llovía, ya dije. El jflksafoso del inspector me dijo que demostraba inseguridad al volante (WTF?) y cruzaba muy rápido las calles (quizá tenga razón).
No me desmoralicé en ese momento. Culpé al inspector por ser tan antipático, ya que yo estaba acostumbrada a mi instructor que era un genio.
A la segunda vez me preparé. Iba contenta, ya que mi padre dijo que manejaba como hombre (creo que en dialecto masculino eso es un elogio) y la única observación fue que me tiraba un poquito de más al lado derecho de la calle. Mi instructor estaba seguro de que salvaba y se preguntaba cómo no lo había hecho la primera vez.
Mi táctica iba a ser no intimidarme con el inspector, relajarme y hacer de cuenta que iba con mi instructor.
Todo iba de maravillas hasta que de repente el tipo grita: "¡Cuidado!".
Yo pensé que era porque no estaba dando paso a unos peatones (cosa que era así, pero bueno...).
—Ehh... sí, sí. Les estoy dando paso... [¡mentiiiraaaa!].
Y les hago señas a los pobres transeúntes de que crucen, pongan cara de agradecidos y no me hicieran quedar mal.
—¡Ma'qué peatones! ¡Te acabás de llevar puesto un espejo retrovisor de un auto estacionado!
—What the Fuck??!! (no dije eso porque en aquella época no lo usaba, pero la idea era eso). ¡No! ¿Cuándo?
—Recién, nena. Te fuiste mucho para la derecha.
Ahí la tranquilidad y omm se me fueron a la mierda y no estoy jodiendo: mi pierna derecha empezó a temblar como si tuviera epilepsia sólo en mi pierna derecha. Juro que no me enteré en ningún momento de que arranqué ese espejo.
Y ta. Seguí un poco, tratando de calmarme, pero cuando traté de estacionar (solía estacionar como los dioses) la crisis de nervios aumentó y le dije que abandonaba el examen.
Así que el segundo examen no lo perdí, fui yo que abandoné.
La diferencia es que si lo pierdo, tengo que esperar determinado tiempo para volver a darlo. Si abandono, lo podía volver a dar enseguida.
Nunca ocurrió. Quedé traumatizada hasta el día de hoy.
He vuelto a preguntar en academias, pero nunca me termino de animar.


Y ta. Puedo seguir, 7), 8), 9)...
Soy una fuente inagotable de extrañeces.

Soy súper tímida y no tengo tantos conocidos para taggeaaar.
Porque se supone que tengo que taggear a seis más...
¡Pero son muchos!
Y ya dije que soy tímida.
Me gustaría taggear a la Sta. Cosmo (puede llegar a ser descacharrante) y a Babu (¿le darán las bolas?). Seis rarezas de Mantis serían espectaculares, pero aunque lo tengo linkeado, no sabe de mi existencia (lo admiro en silencio).
Siéntanse taggeados si pasan por aquí.
Ni en pedo los taggeo en sus comments.
Pero es timidez, no mala disposición.

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jueves, febrero 15, 2007

con retroceso


Ayer el día de San Valentín no existió para mí. Aparte de que mucha pelota nunca le di, para mí el día de ayer significó ni más ni menos que el día siguiente al martes 13.

Sí. Yo no le tengo respeto a los martes 13 sino a los miércoles 14. Es como un martes 13 atrasado.


Y no me acordaba de que era miércoles 14 hasta que por pelotuda (no vamo'a detallar), tuve que llegar diez minutos tarde al trabajo; todos los clientes rompebolas se confabularon y cayeron todos juntos, sobre todo en la hora en que todavía no había llegado mi compañera y estaba sola (cuando llegué ya tenía a dos haciendo cola). Estuvieron particularmente creativos ese día, por suerte. Y bueno. Stress, stress, clientes que llegaban de a camiones. Perdí plata (¡pero la encontré!). En el almuerzo me compré sin querer un yogurth sin azúcar (Sí, a Patrizio le tiré el chico al fondo: yo ALMUERZO yogurth. Lo que pasa es que no quiero sacarle la fama de yogurtero), cosa que arreglé con un paquete de azúcar que tuve que comprar (todo eso en la media hora que tengo para comer) y que me quedó de clavo ahí en el fondo de mi casillero, por si se repite.
Terminé haciendo dos horas extras (aunque eso es bueno). A todo eso, desde las 6 de la tarde me esperaba mi novio clavelina de mayo rosa de Andalucía en mi casa. Me llamó mientras atendía a mi cliente favorito (sigh!), así que quedé delante de éste como una mala novia que planta al novio y encima le habla medio de pesada —¡así nunca me va a pedir matrimonio (me refiero a mi cliente favorito)!—.

Y ta. La cosa se tranquilizó cuando llegué a casa. Mi novio estaba tranquilo porque había tenido que madrugar y estaba re-dormido. Así que bueno. Por ahí aflojé un poco.

Supe que mi miércoles 14 finalizaba con broche de oro, en el momento en que pisé vómito de gato descalza, en el descanso de la escalera.


Eso es todo amigos.

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domingo, febrero 11, 2007

poco uruguaya...




El Carnaval por lo general y las Llamadas particularmente, me llenan soberanamente las pelotas.

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Cómo rellenar un puf...

... sin que los vecinos se rían.

Nieva en Parque Batlle... . ... . . . . . . . . . .. . . . .. . .. .. .. . ..
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argh!

Blogger ME EXIGIÓ que me pasara al Beta o al que sea, que parece que no es más beta.
El muy autoritario no me dio otra alternativa. Antes me lo sugería; ahora se impuso.
Y bueh...

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viernes, febrero 09, 2007

bye bye baby


Hoy me borré oficialmente del pichiclub.
Iba a desaparecer y que me fueran a buscar adonde se cayó el avión, pero ayer mi jefa me abrió los ojos y me dijo que si no les avisaba que me borraba, eran capaces de cobrarme por todos los meses que no fui e irme al clearing y no sé qué más.
Puse mi mejor cara de Jackie Chan y me tuve que resignar a ir a avisar que dejaba de ser socia.
No pude ir ayer mismo porque había quedado en ir con mi novio a la casa de un amigo de suyo (el que la naturaleza podría haber hecho más antipático y feo) y después me quedaba a trasmano. Así que fui hoy.
Totalmente mentalizada a llorar e improvisar una obra de teatro por si me querían cobrar enero.
Las plegarias que elevé antes al Cielo porque todo resultara sencillo dieron resultado, ya que en vez de la recepcionista, me encuentro en su lugar al encargado de mantenimiento.

—Hola.
—¡Hola!, ¿cómo andás?
—¿Y Rosa?
—No... Rosa no está más.
—¡Pero! Cada vez que vengo hay uno menos... Eeeh... me vengo a borrar (qué tacto, ¿eh?).

El pobre tipo puso cara de ohcieloseslaoctavahoyqueseborranosvamosalcarajo y dijo:

—Y bueno...
—[que no se fije lo que debo, que no se fije que debo enero, porfis porfis que no revise los recibos, porfis].

El loco no revisó un sorete —¡qué va a revisar!—; "¿cómo te llamabas?" Blablablá.

—¿Y por qué te borrás?
Ehh... noo... lo que pasa es que cambié el horario de trabajo... y se me complica... y... fijate que no vine en todo enero [¡callate estúpida, no menciones enero!] y esteee... ¡capaz que me mudo!
—Ah. "Por no poder concurrir". Firmá acá.





Y ta.

No fue tan complicado, ¿no?

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domingo, febrero 04, 2007

My dark side

Sí, son fotos muy artísticas...
Sí, la obra dicen que está buena y que tuvo mucho éxito la primera vez que se estrenó...
Sí, encuentro bárbaro y muy inteligente de su parte que no quiera encasillarse en un mismo personaje...

Sí, ya sé que tiene 17 añitos...


... Pero jamás volveré a ver la saga de Harry Potter con los mismos ojos.

Menos mal que es un caballo y no un hipogrifo.



¿Quién gritó "pervertida"?
¡"Depravada", escucho ahora!

Ya cállate, maldita conciencia catequetizada...

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viernes, febrero 02, 2007

Mmm...!!!

¡Mi padre hizo helado de tutifruti de nuevooo...!
¿Mencioné que son los mejores helados de todo el mundo?
No le saco foto porque cuando me acuerdo de sacársela, ya me lo comí todo.
Así que va foto de pote vacío y debidamente lamido.

Nota:
No, no es una cuchara sopera eso que ven.
Es un tenedor.
Sí.
Es que los helados de mi papá son tan duros, que lo pincho con un tenedor y me hago un helado de palito gigante.

No, si los helados de mi papá, aparte de deliciosos son supercualifragilísticosmegacool.

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¡Pica a chusmeando!