¿Stress o SPM?

En un intervalo extraño en el que no sonaba ninguno de los teléfonos, estaba yo intentando terminar un trabajo que había tenido que interrumpir diecisiete veces.
El diskette abrió. Eso ya es un milagro. Tiene como cinco archivos, supongo que es el que tiene fecha de hoy. Un excell bastante bien armadito. Another miracle.
Cancelo lo que mandé anteriormente. Cierro y abro de nuevo. Es cierto, hay un área seleccionada. Mando. La puta impresora de mierda no me cancela un sorete y me manda las cinco.
—La cQñ€h@ de la ma...
—Amélie!! —dice otra compañera, sorprendida por mi espontaneidad.
—Impresora puta. ¡Puta!
—Shh!!
Sale la que había mandado después. Se la entrego.
—Y bueno, si yo te doy el diskette y vos estás en otra cosa...
—...!! ¡Claro que estoy en otra cosa! No lo estoy esperando a usted...
—Me hubieran pasado con otra persona que sí podía...

—... Bueno, le saco la color. Podría ser peor. Que yo se la hubiera impreso a color y usted la quisiera en negro.
Y le entregué la color. Y el diskette.
—Y quiero un sobre.
Y por suerte lo siguió atendiendo el jefe.
Me di cuenta de que había más gente y me miraba. No sé si con gesto de aprobación o de "pobre ovárica".
Yo quedé hecha un manojo de nervios. Nunca le había hablado mal a un cliente. Quedé temblando hasta la hora del almuerzo.
—¿Estuve muy mal? Me superó este tipo... debo estar con el SPM...
—No, se lo merece. Siempre que viene tiene esa actitud —me dice mi compañera de compu.
Pero quién me iba a llevar la contra en ese momento, ¿no?
Y entonces sonó el teléfono.
Pero luego Dios me recompensó haciéndome encontrar de primera una tarjeta que no sabía dónde la tenía guardada (ODIO buscar cosas).
Tengo que tratarme la bejertez.
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