viernes, octubre 13, 2006

I.Q.


uando era chiquita, como no atendía en clase, me hicieron una prueba de inteligencia.
Y resulta que mi I.Q. no era precisamente el de un chimpancé.
Parece que como ya sabía lo que había que hacer, lo encontraba re-embolante y en vez de sumar y sumar y sumar siempre igual pero con distintos números, yo me ponía a dibujar.
Bueno ta. Todo para decir que tenía un súper I.Q.
Mi padre orgullosísimo, ya que él fue niño prodigio y como hija primogénita y adorada, la baba de mi papá me ahogaba.
Digo era, porque supongo que el coeficiente intelectual con los años se debe venir medio abajo. De repente de nene uno resalta, pero a medida que fui creciendo, era tan boba, tímida y hasta el día de hoy tengo que pensar una hora lo que voy a decir para ordenar las ideas... que me hace pensar que se les voló algún papel y sumaron mal... o dos veces lo mismo.
Pero por suerte, me rodeo de gente que me hace sentir UN POCO vivaracha.
Mal de muchos, consuelo de tontos.
Pero una tiene la idea de que alguien con aspecto normal (sin rasgos down y que articula bien las palabras) no puede ser TAN tarado.
Hoy, por ejemplo:


—Hola, quisiera hacer unas tarjetitas...
—Sí, cómo no. ¿Personales?
—No, son para una bolsa de sorpresitas.
—Ah, bueno. ¿Y de que tamaño serían?
—Y... del tamaño de la bolsita.
—Ajá. ¿Una bolsita chiquita, una bolsita mediana...? (le alcanzo una regla).
—Y yo que sé... más o menos así (me hace con la mano el tamaño, abriendo y cerrando los dedos, así que me quedó clarísimo).
—Bueno, preciso bien el tamaño para cotizártelo.
—Y del tamaño de las bolsitas de sorpresitas... Mirá. Es una bolsita de red que va a ir con confites y la tarjetita adentro... (y me agarra un papel y lo enrolla y lo achata y lo desachata varias veces... lo cual me aclaró totalmente lo que quería).
—Mj. ¿Un tamaño así...? 9 x 4... (mostrándoselo en la regla, porque supuse que no iba a tener muy claro cuanto podría llegar a ser 9 x 4 cm...)
—Y sí... yo que sé... como la bolsita... ¿no conocés las bolsitas de red?
—La que llevaba mi tía a la feria —pensé yo. Pero en realidad dije: —¿...?
—Ay, voy a tener que traértela entonces...
—Y... va a ser lo mejor, me parece...
—Es que pensé que tendrían algo standard...
—¿Standard? Las tarjetas se te hacen del tamaño que vos quieras, pensé que más o menos lo traías pensado...
—Es que yo me descansé en que ustedes sabrían de qué bolsitas les estaba hablando... (yéndose, muy molesta, por supuesto).
No dije nada, continué con lo mío, porque no ameritaba comentario alguno.
—También, vos... no saber de qué bolsitas te estaba hablando... —dijo mi jefe, que disfrutaba la escena desde su comienzo.


Más tarde volvió y yo había salido a comer (yesss!)
Tuvo la increíble suerte de ser atendida por mi jefa.
Y tuvo la gran idea de sentársele en el escritorio.
—Este... hay tres sillas ahí mismo, para los clientes...
—¡Ay! ¿Tan gorda me ves?
—Ni los chiquilines chicos vienen y se sientan en el escritorio... me hacés el favor...
—Grumble grumble (o algo así).


ZANAHORIA Nº 2:
Se trata de una compañera de pichiclub que es amorosa, pero realmente...


Los otros días, aprontándonos para natación.
Dos tipos, que son un cague de risa, nos tocan la puerta del vestuario:


—A ver, una "vaquita" de shampoo para Daniel, que se le terminó.
Y le alcanza a esta chica un frasco vacío.


—Ay, bueno, vamos a poner todas un poquito, así le llenamos el frasco.
Y empezó a ordeñar entre todas chorritos de shampoo en el frasco vacío.
Llega hasta a mí. La quedo mirando. Yo con mi frasco en la mano, nuevito, lleno de shampoo.


—¿Vos no vas a poner? Dale, un poquito...
—Daniel es pelado.


Pausa.


Reacción.


—¡Aaay! ¡Pero si Daniel es peladooo...! ¿Para qué quiere Daniel el shampoooo...? (una Einstein y sus discípulas).
—¡Eeh... un poco más de respeto al compañero!


A esa altura, yo ya estaba en la ducha, preguntándome si realmente soy inteligente o soy un tuerto en el reino de los ciegos.

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