miércoles, junio 21, 2006

Se suman 3 a las personas que trato como el culo y sin embargo, parece que las hago sentir especiales y les encanto.
Hoy tenía un dolor de cabeza espantoso y todos los trabajos embolantes designados a mí. De mañana hasta las 11, que entra mi compañera de compu, atiendo yo porque el jefe está en la caja y porque la jefa está muy entretenida interneteando.
—Hola, vengo a hacer unas tarjetas. Ustedes me las hacen siempre.
—Cómo no. ¿Hace mucho que las hiciste?
—No me acuerdo...
—¿2 meses, 6 meses, 4 años...?
—Ay no, fue este año. Están a mi nombre, S. R. Aquí tengo una.
—Aah... Tenemos un problema. Esta cartulina no la estamos trayendo más.
Con cara de tragedia y de que el mundo acabose:
—¡Ay, no! ¿Y ahora en qué las hago?
—Bueno, te traigo el muestrario (hay 4 muestrarios pero encontré uno rasqueteando abajo de no sé dónde y obviamente jamás tengo a mano el que necesito). Mirá estos dos tipos de papel no se están trayendo más. Es un problema de exportación.
(Los papeles son casi iguales, uno un poco más oscurito que el otro, pero bueno, el resto del muestrario va desde el marrón kraft atorrante, pasando por cremitas, beigecitos hasta terracotas, verdes y mostazas; o sea, hay bastante para elegir).
—¡Aah...! ¿Y no lo consiguen?
—Y, no...
—Qué pena...
—Sí... es muy lindo...
—Es precioso...
—Ajá...
—Es el que más me gusta...
—Mj...
—Y no viene más, ¿no?
—... No, no se consigue porque no se está exportando más. Vaya a saber uno por qué.
—Ah... ¿y ahora cuál elijo?
Me fui a utilizar un poco el tiempo mientras S. se decidía.
—Si querés mastico un poco de madera y te fabrico el papel —Esto no se lo dije a la clienta, lo murmuré muy lejos de ella.
Me digno a acercarme nuevamente:
—Bueno, te voy tomando los datos.
—Sí... Y sí, los que más me gustan son justo estos...
(Sí, los que no hay).
—Mj. Y... (qué le vamo'hacer).
Con cara de resignación y tristeza:
—Y bueno, me quedo con este.
—Bueno. ¿Cambia algún dato?
—No, no.
—Queda todo igual entonces...
—No, cambia el mail.
—... Decime.
—Dame que te lo escribo.
Tacha todo y lo escribe con una letra 18 en un espacio de 8,5 cm, en dos líneas. Es exactamente el mismo mail, pero en vez de hotmail, pone yahoo.
—Ah. entonces se cambia sólo hotmail por yahoo.
—Te lo escribí ahí en la tarjeta.
—Sí. En vez hotmail ahora es yahoo.
—Bueno, sí.
Entonces escribo en la orden de trabajo "Cambia mail por yahoo". Y en una impresión que le hice mientas elegía el papel, le tacho y le escribo arriba de donde decía hotmail: "yahoo".
—Ay, sí, ¿no?
—Mj.
—Bueno, te voy a pedir una seña por las tarjetas...
—Pero mirá que soy cliente...
—A partir de que entrás por esa puerta, te convertís en un cliente —dije, con una sonrisa de promotora de pasta de dientes.
—Ah ja ja ja ja ja.
—Bueno, te cobran por la caja. R., ¿me cobrás? (mi jefa, cuyo nombre empieza con R, igual que mi jefe, que también empieza con R; pero en ese momento llamé a mi jefa como diciendo "hacé algo y movete").
Al final, mi jefa le dijo al jefe: "¿no cobrás vos, R.?" Y bueno, cobró él.
—Al final elegí este papel, porque del otro no hay...
—Sí, no están trayendo -dijo mi jefe.
El recinto entre la puerta y el mostrador tendrá 2 x 2 metros, todo rodeado de paquetes de resmas, cajones con cartulinas y cajas con papel de regalo. Estanterías y estanterías por todos lados con cuadernos, biblioratos, etc.
Cuando pensé que ya me había librado de ella:
—Decime, ¿vendés algo para beber?
—Sí cómo no. Tenemos tinta china, Cascola...
Una compañera dejó de hacer lo que estaba haciendo y me quedó mirando, al igual que su cliente, ambas con los ojos muy redondos.
La pesada:
—...
—Cola transparente, corrector...
—... Aah ja ja ja ja ja ja ja...
—Mj mj mj mj...
—Qué rica, ¡chau!
—Chaau¯. ¡Uf!
Les tomo el pelo a cara de perro y sin embargo me aman... Vienen después y dicen "¡Con ella!".
¿Por qué, por qué, por quéeeee...? Buaah...

La siguiente le tocó a mi compañera y agradezco no haberla atendido yo porque tenía cerca la engrampadora.
Resulta que trajo unas tarjetas ya prontas, en CorelDraw, la verdad que bastante bien armadas para lo que uno espera.
—Lo que te voy a pedir, es que me cambies acá un número que está mal.
—OK.
—¿Y no me subís un poco el nombre? Mirá, me lo diseñaron centrado, pero como está el logo, lo prefiero a la derecha, arriba.
—Bueno...
—¡Pará, pará! ¿Qué hacés?
—Te lo subo y te lo pongo a 5 mm del borde porque se precisa para el corte y...
—Pero bueno, entonces hacé un cuadradito de 5 x 5 mm y lo ponés contra el borde y pegado al cuadradito ponés el nombre y después borrás el cuadradito...
—...
—... así queda bien alineado, a 5 mm arriba y abajo del nombre...
—¿Sabías que existen las líneas guía? —Pensó mi compañera, pero en realidad dijo:
—?
—Ay, lo que pasa es que yo estudio arquitectura y los diseñadores gráficos me ponen nerviosa porque hacen todo a ojo.
—...!
Esta es la parte en que por suerte, yo estaba ocupada y alejada de la realidad, diseñando mi boletín aburrido.
Primer comentario: Es jovencita, unos veintialgo de años y ya es licenciada en psicología (eso dicen sus tarjetas), además, estudia arquitectura. Conclusión: GET A LIFE!
Segundo comentario: Hay más gente con prejuicios sobre los psicólogos que sobre los diseñadores gráficos. ¿Querés saber nena, mi opinión sobre los psicólogos?
Tercer comentario: Qué suerte que no la atendí yo.
Y como me sigue doliendo la cabeza like hell, esto es todo por hoy, amigos.

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