lunes, junio 12, 2006

Hoy mi día comenzó a las 5 y algo AM (la hora de mis relojes es discutible, por eso no es muy precisa), cuando inocentemente, me levanté para ir al baño (nunca me levanto de noche al baño pero tenía que ser hoy...).
—Ploch, ploch —dijeron mis medias (porque me dormí con las medias de nylon y los zoquetes puestos... ¡frrríioo...!).
Desde el baño hasta mi cuarto corría un pequeño lago. La puerta del baño estaba cerrada y por un segundo pensé que le había pasado algo a alguien (que morbosa... pero bueno, eran las 5 de la mañana).
Pero no, resulta que alguien dejó la canilla del bidet mal cerrada y con el tapón puesto y bueno... ploch ploch, splash... ¡aaarrrghh!
Obviamente mis ganas de hacer pichí fueron totalmente inconscientes, de oír como caía el agua al suelo:
—Psssss....
Putié en todos los idiomas, me saqué las medias (los dos pares... ¡mmh, qué placer pisar agua con mediaasss...!) como pude y lo primero que se me ocurrió (luego de hacer pichí, obvio, porque ahora con tanta agua, me meaba más), fue acostarme a dormir y que el enchastre lo limpie otro.
¡Síii! ¡Hice eso!
Pero mi conciencia, que es una hija de puta, no me dejó pegar un ojo. Mi idea era dormir hasta que escuchara las puteadas de ese otro y entonces ahí recién ayudar.
Y entonces pensé que tenemos un lampazo solo y que si uno pasaba el lampazo el otro iba a estar mirando al lado con cara de paah, qué cagada y seguramente sería mi madre que es una santa la que iba a terminar arreglando el estropicio, como siempre. Aparte había un goterío insoportable en el piso de mi cuarto que es de parquet e iba a quedar un poco evidente que yo sabía lo de la inundación.
Y bueno. Con las patas congeladas, porque en realidad creo que era eso lo que no me dejaba dormir, salí de la cama, bajé a buscar el lampazo, a pesar de la oscuridad y los fantasmas que merodean abajo en la planta baja de mi casa cuando todo el mundo duerme (eso todavía hace falta probarlo, pero hace 32 años que pienso que es así y me cuesta un poco bajar a la cocina a tomar agua cuando está todo apagado) y un trapo y como pude, porque diré que mi experiencia en pasar el lampazo no es mucha (siempre me hice cargo de que otro se encargara de eso), escurrí un poco el piso del baño y del patio hacia mi cuarto y lo hice más o menos pisable.
Por supuesto que putié mucho en voz alta y se me cayó el lampazo contra la puerta de los dormitorios a ver si alguien se despertaba y yo zafaba, pero no tuve suerte. Mi padre tosía como un desesperado, pero nada.
Pueden ser cosas mías, pero he escuchado que a mucha gente le pasa, que cuando está con mucha bronca o stress, cuando entra a una habitación, se queman las lamparitas.
A mí me pasa a menudo. Eso y también de dar electricidad. No, nunca maté a nadie.
Y cuando fui a prender el extractor del baño para que seque un poco más, ¡puf! Algo explotó, no me pregunten qué, pero me quedé sin extractor y sin luz del baño.
Nada del otro mundo, seguramente un fusible, pero ya eran las 5 y pico y lo único que faltaba era yo en calzones, trepada a un banquito buscando los tapones de la luz.
Finalmente, con la conciencia en paz y después de haber dejado un cartelito diciendo sutilmente que era una desgraciada y que explotó todo y cuidado que el piso está mojado, me fui a acostar, a rescatar los 45 minutos que me quedaban de nono.
Eso si yo no hubiera comido catorce toneladas de maní la noche anterior (los maníes me deshacen, ya sé, ya me había pasado antes... mea culpa mea culpa). ¿Por qué? ¡Si me levanté inocentemente a hacer una meadita al baño! ¿Por qué me empezó a doler el estómago de esa manera indescriptible? Y bueno. Agonicé, hasta que se levantó mi madre y lo primero que dijo fue: "¿La ventana del baño abierta...? Como diciendo: ¿A qué loco de mierda se le ocurrió abrir la ventana para congelarse el culo? Fui yo, luego que explotó el extractor (aclaro, por las dudas).
Y el terrible cartel escrito con indeleble negro en una hoja A4 o sea de 21 x 29,7 cm en medio de la pared, más precisamente sobre el interruptor de la luz, fue totalmente ignorado. Pero mi madre es miope, así que está perdonada. Hasta que se levantó mi hermana la pequeña y descifraron juntas el misterio. Qué bochinche que hacen. Igual yo estaba despierta.
Y por último, sonó mi despertador, la radio, la que me arrulla, aunque esta vez le hubiera dado un zapatazo.
Y me levanté de una vez por todas y les conté mis peripecias, todas dijeron paah, qué cagada y llegamos a la conclusión DE QUE FUE MI MADRE LA QUE DEJÓ MAL CERRADO EL BIDET.
Pero como es una santa y la mejor mamá del mundo, está perdonada. Igual tuvo que terminar unos detalles que dejé ahí.
Ese fue mi dulce despertar del día de hoy.
Y no terminó ahí.
No señor.
Mi herpes sigue en todo su esplendor, cascarudo e inaguantable. Ya no es herpes, es cascarosidad nomás, pero como me resfrié mientras pasaba el lampazo con el tujets al aire y en chancletas, como que está haciendo una regresión.
El almuerzo que yo me iba a llevar hoy, se lo cenó anoche mi hermana la pequeña.
No me molestó mucho porque en el fondo me encanta que prefiera cómo cocino yo a mi madre (que cocina muy rico, cabe aclarar).
Llegué medio a cualquier hora al trabajo porque no tengo reloj, lo llevé a arreglar porque cuando no anda de a 5 en 5, el segundero gira en sentido antihorario. Lo llevé a que me lo exorcicen.
Mi jornada de trabajo fue interminable. Cayeron todos los clientes densos que hacía tiempo que no venían, HOY HOY HOY JUSTO HOY.
Una mujer que es amorosa pero hoy dejó de serlo para mí, me hizo rediagramar todo un boletín que oppfio..., lo necesitaba para ayer, porque si no, no le cabía en los sobres de manila A5 para mandar por correo (en el culo te cabe justito, le iba a decir, pero como ayer la apreciaba, hoy no dio). Le expliqué que tenía que terminar un trabajo para hoy sin falta, que el señor me lo había pedido con tiempo, antes de que a ella se le ocurriera traerme el boletín. Es la presidenta de un centro de inmigrantes pero se cree que es la presidenta del Rotary Club. Porfis porfis porfis porque si no no sé que mierda me dijo.
—Bueno, voy a hacer lo que pueda...
—¡Ay sí, sos un sol, yo sé que sí! Muah, un beso.
Soy una guampas chatas, eso es lo que soy.
Mi cruz en mi trabajo es que como soy muy buena (¡ejem! ¿modestia...? ¡yuhuu! where are you?) los trabajos embolantes para último momento, me los dan a mí y si estoy haciendo un trabajo súper interesante, me lo sacan y lo sigue otro, cosa que me rrrrevvienntttaaaaaaaaaaa. Como un trabajo que estaba haciendo hoy. Una presentación en PPT, con fotitos, pochocha. Faltó Benedicto XVI para venir a romperme las bolas con un domingo siete. Aparte, yo me voy a las 17:00 hs. y caen 16:50 porque SABEN que me voy y me quieren atajar porque quieren que el trabajo lo haga yo. No sólo eso, son unos maleducados porque lo dicen delante de mi compañera de diseño que de última, no es mierda de cualquier tacho.
¿Qué lograron todos estos energúmenos? Que me vaya a las 17:30 hs. con tal de que el trabajo (que era para hoy) no lo termine otro.
Con el invierno de mierda que odio, desprecio y padezco, salgo un poco más tarde de lo acostumbrado y llego a mi casa anocheciendo. Es un bajón.
O sea que mi humor hoy no dio para ir al pichiclub.
Le empecé a contar mi fucking day a mi novio (que de los 45 minutos diarios que viene a visitarme le quedó una miseria... ¡pero igual vino! ¡Y eso que le mandé un SMS para decirle que salía tarde! ¡Eso es amor la reconch...!). Siempre se las arregla para interrumpirme y contarme algo que le pasó a él, generalmente peor. No le di mucha pelota, no me acuerdo qué me contó ni si era peor o igual (nunca mejor) que lo que me pasó a mí. Lo único que me acuerdo es que me interrumpió y no llegué ni a contarle lo de la explosión del extractor. Igual lo peor fue lo primero.
Hace un rato llamó. Para decirme que hubo apagón y que no dio clase, que se clavó, que fue al pedo (yo estaría bailando en una pata arriba del ómnibus de vuelta a casa, pero no, él se queja).
Podría haber sido peor, podría haber venido para acá sabiendo que no iba al pichiclub... pero creo que es un muchacho con un poco de tacto y notó que el horno no estaba para bollos.
 
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