Gaganta Podida
¡Quiero comer algo contundente y masticativo! Estoy a yogourth, sopa, antigripal, grappamiel y chocolate disuelto en mi boca. Hoy estuve 20 minutos comiendo una empanada de mierda (al final mi cuñado no se la había comido... y eso que era de jamón y queso, no de mierda).
Le pegué cada beso a la petaca de grappamiel... de a buchito de a buchito... Mi novio la descubrió hoy, al lado de la portátil de mi cuarto (o sea, estratégicamente ubicada a la izquierda de mi cama, a pocos centímetros de mi almohada, cosa que ni siquiera me tenga que sentar para alcanzarla...).
—¡Novia! ¿Se tomó casi 200 ml entre ayer hoy?
—Psé... no está muy buena, ¿no?
—¡Menos mal...!
—Es con fines medicinales.
Se llama "El Viejo Pancho", me gusta más "El Pobre Marino", pero me dijeron que no la hacen más... Y entonces ahogo mis penas con esta, para no acordarme del gusto de la otra...
Con la grappamiel me pasa lo mismo que con los Ricarditos (post anterior, no me acuerdo cuál). No tiene gracia tener una botella en casa. Me encanta ir a un boliche, en invierno sobre todo y pedirme una grappamiel. ¿Para qué voy a pedirla si tengo en casa? Es muy tonto. Pero... es una botellita chiquititita y me estoy haciendo cargo de no tener más en casa.
Le tengo cariño a la grappamiel. Me acuerdo cuando recién conocí a mi novio. Él era el nuevo director de un grupo de teatro con el que estaba ensayando. Estaba en la parada del ómnibus, con miras de ir al lugar de ensayo. Era re-temprano, pero me gustaba llegar antes para chusmear y eso. Y me lo encuentro a él y a un amigo (el que lo invitó a dirigir). Como faltaba bastante para ir, propusieron ir a tomar algo antes. No nos conocíamos mucho todavía, creo que recién lo había visto una o dos veces. El otro era compañero mío de teatro pero no éramos íntimos. O sea, que yo era una desconocida para ambos. Y bueno, como yo era una niña (esto fue hace como 9 ó 10 años y como ahora, aparentaba como 5 años menos), se sentían medio incómodos en el bar. Yo siempre tuve un aspecto muy inocente, de mosquita muerta (a pesar de odio las mosquitas muertas), de vaqueritos, botitas fray mocho, bufandita, rulitos... una bebé, realmente.
"Y bueno... ¿qué vas a pedir?" preguntó Diego, el "amigo en común", con toda la idea de que yo iba a decir un capuchino o un jugo de naranja.
Hasta el día de hoy somos amigos. Por el teatro han pasado miles de personas, pero si uno "pasa el tamiz", como digo yo, siempre quedamos nosotros tres. Cinco en realidad, con Valeria y otro muchacho. Pero siempre los mismos.
Otro día, otro día. Tengo un Bucoseptine en mi futuro, si es que mañana quiero almorzar.
1 Comments:
At jueves, julio 27, 2006 7:55:00 p. m.,
Amélie McBeal said…
¡A la derecha de mi cama tengo la botella de Bailey's que me regaló mi novio no sé en qué ocasión!
Si te gusta el licor de chocolate(Aaaamo los licores, tengo bar propio en mi cuarto) con el Bailey's delirás.
Ahora, te explico que comparar el Bailey's con la grappamiel es como comparar un perfume de Kenzo con una colonia Dr. Selby más o menos...
Son ricos los dos, pero hay una distancia respetable de calidades, diría.
Una botella de grappamiel debe salir como 6 veces menos que una de Bailey's.
Publicar un comentario
<< Home