jueves, setiembre 28, 2006



Odio cuando me salen del alma comentarios de vieja retrógrada.

Estoy hoy en el trabajo, ya cerca de irme, por suerte. Medio stressada porque estoy diagramando un libro con figuras y notas al pie y me interrumpen clientes insoportables todos juntos.
O sea que mi humor no es el mejor.
De repente, escucho:

—Ay, ¡que bueno!
—¡Pasá, pasá para acá!
—¡Yo quiero!

Enseguida pensé: "¡se puso un cliente y nos trajo masitas!" (eso a veces, pasa, aunque usted no lo crea).
—¿Qué pasó? ¡Traigan para acá che! —dije yo, todavía pensando en algo rico (es que donde trabajo, los clientes tienen plata y cuando se ponen generosos, traen cosas de confiterías bárbaras, no de donde compra mi mamá).
—Aah... ¿Vos también querés? —tono de decepción total.
—¿Lo qué?
—Es que cambiamos el tóner de la máquina y hay bolsita con globitos nueva.
—¡Pero que manga de Pe...!

Terminé de pronunciar la s de Pelotudas (porque lo pronuncié con mayúscula), cuando me di cuenta de que para otras cosas, soy tan pelotuda o más y que acababa de sonar como la bruja del 61 o la vieja que pincha la pelota cuando le cae en el jardín.
—¡Pfua, te salió del alma! —agregó mi compañera de computadora.
Y me sentí muy senil.

Aunque sostengo que un poco de razón tengo, ya que en ese cotorrerío se encontraba mi Jefa, que se disputaba la bolsa con globitos y puedo asegurar que no estaba jodiendo, que la quería en serio.

Llegó la hora de irme.
Cuando salgo, escucho a mi jefe:
—Esto es para tirar, ¿no?
—¡No, que me la guardé para más tarde!

¿Adivinen quién era la que habló y de qué estaban hablando... aún?

"Me la guardé para más tarde...". Unbelievable...
 
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