viernes, mayo 16, 2008



o, la pollería Casaquinta (así, la nombro sin consideración ni piedad) podría ponerse y en vez de embolsarme el cuarto de pollo que le pedí con la misma elegancia con la que yo envuelvo las piedritas usadas del Mingau, ¿qué le cuesta darme una mísera bandejita de espuma plast, aunque sea...? ¡Si para las porciones de papas fritas (las conté, son como nueve papitas la porción) y demás carcomehígados fritos que venden se gastan en esas cajitas troqueladas, amarillitas y preciosas! Una bandejita, che... no les pido cubiertos de plástico ni servilletas, sólo un simple apoyo para el pobre pedazo de pollo que da una tristeza bárbara ahí adentro.


Y otra cosa... no pueden ser TAN roñosos y cobrarte el sobrecito de mayonesa o de ketchup. Ponelo de regalo, no seas tacaño... ta bien si uno quiere dos sobrecitos más, tres, cinco, quince, que les fabriques salsa golf con los dos... yo que sé... pero no sé... un gesto... un toque de marketing o de lo que quieras...


Lo peor es que después de tarde volví porque las milanesas tenían una pinta bárbara y me solucionaban la cena.

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