sábado, diciembre 02, 2006

Mañanita original

iempre me caractericé por ser bastante distraída, un poco inútil y un tanto abombada.
Pero pensé que con el tiempo, estas dificultades ya habían sido superadas.
No, no. Siempre florece la atolondradez escondida en mí, a la menor provocación. Es que no se me dan suficientes oportunidades.

Hoy salgo de casa casi casi a los pedos —no tanto como es habitual— y cuando termino de cerrar el portón, escucho: "brrmprffffffffpraf...!".
"¿Y eso qué fue? Sonó como una frenada extraña...", me pregunté, tratando de identificar algo entre los árboles del cantero y de la cuadra.
A medida que me voy acercando a la esquina, veo en la intersección, una cosa anaranjada y negro, de metal. "¿Se le desprendió algo a algún camión?". Realmente no me daba cuenta qué era aquello.
Me aproximo cada vez más y veo que asoma un pie de atrás de una Vespa despatarrada. Un pobre cristiano se acababa de resbalar con el pavimento mojado y ahí estaba, inmóvil, solito como el Llanero.
Desenfundo el celular al mejor estilo Lucky Luke y llamo a Emergencia.
"El número que usted seleccionó no es correcto..." ¿WTF? Y disco y lo mismo: "El número que usted..."
Y resulta que en vez del 911, como mi cerebro recién despierto en ese momento no estaba mejor que el del accidentado, estaba discando 119 (sí, al mejor estilo "duh!" del basquetbolista idiota que hace Brendan Fraser en "Al diablo con el diablo").
Bien ahí.
Pero ta. Es el tipo con más ángeles guardianes a su disposición que he visto en mi vida.
A excepción de mi presencia, el tipo tuvo más culo que alma. O sea, los ángeles guardianes vinieron a rescatarlo para contrarrestar mi presencia, porque yo más bien, parecía la secretaria de la Parca.
Mientras me preguntaba qué mierda pasaba con la emergencia, y discaba y discaba... se aproximó una mujer vestida de blanco. "Qué suerte, una enfermera", pensé.
Cuando me di cuenta de mi imbecilidad y empecé a discar bien, el tipo gime: "1830...".
Y entonces llamo. Era Emergencia Uno. Le digo la dirección, todo bien. "¿Es socio de aquí?". ¿Qué? Ya le iba a preguntar que si no era socio me lo iban a dejar ahí tirado, cuando la mujer me pide el celular. "Hola, sí. Soy la Dra. Gdkfjálkez (no me acuerdo), es un chofer nuestro el que tuvo el accidente. Se trata de Cfjka (Costa, creo que era)". Gran coincidencia.
Mientras tanto, otra señora de blanco se había acercado y lo estaba socorriendo, preguntándole donde le dolía. Era una intensivista de uno de los hospitales que hay a dos cuadras de donde estábamos.
O sea, el tipo es chofer de una emergencia. No hay un alma para asistirlo, salvo una doctora de la misma empresa que él y una intensivista que pasaba por ahí. Yo me omito, porque lo único que aporté fue el celular (¡inútila!). Qué culo, el del señor Costa, ¿no?
Y bueno, se acercó un tipo que no sé si frenó o andaba por ahí y viendo que tenía un celular por cualquier cosa y que el tipo estaba lúcido y aparentemente en buenas condiciones, me despedí de todos y rajé al laburo, al que ahora sí, no llegaba ni en pedo.
Hace un rato recibí un SMS preguntándole a Juan cómo estaba. Le respondí que no era el celular de Juan y que si se refería al chofer de la Emergencia Uno, sólo había sido un susto. Y le mandé saludos.

No, en serio... aparte del hecho de que todos los autos seguían como si nada una buena parte del tiempo antes de yo y las doctoras se acercaran... si el tipo NO ERA socio de esa emergencia... ¿no iban a hacer nada?

Pobre Juan Costa, el de la posadera no precisamente angosta...

1 Comments:

  • At domingo, diciembre 03, 2006 12:08:00 p. m., Blogger Amélie McBeal said…

    Ah, no te preocupes tanto.
    Me he preocupado tanto por superar cosas mías (por ejemplo, una timidez enfermiza, la predisposición al ridículo...), que en el fondo me gusta que la vieja yo no se haya esfumado del todo...

     

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